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domingo, 28 de octubre de 2012

Un Gay después de los Veintitantos

Querido lector conforme vamos avanzando a los treinta o cuarenta, uno se va “curtiendo” al paso de las experiencias, ya no piensas en lo que te pasó en la secundaria, lo conflictos de preparatoria se te hacen un chiste, la universidad ya por fin acabo, las relaciones se van puliendo y los amigos que son reales se van quedando a tu lado conforme cada caída. 

Ya el chiste no es salir del clóset, sino cimentar una relación duradera que no tenga un fin reproductivo, sino ser los cómplices que durarán juntos todos los años posibles ó hasta el resto de sus días, hacerte de compañeros de vida que escucharán algunas felicitaciones en navidad y los llamarás “friends”. 

Tu mentalidad va cambiando, al igual que tus prioridades. 

Ayer pude observarlo, los jóvenes recién salidos al ambiente gay se emocionan en lugares abarrotados buscando con quien “pasarla bien”, mientras uno como joven adulto te preocupas más por “¿Habré dejado el auto en un buen estacionamiento?, ¿pagar por tan mediocre servicio?” Es obvio, al laborar más de 8 horas sin que te regalen un centavo te conviertes en cuidadoso con el dinero si es que te interesa generar un patrimonio, pero bueno eso es tema de otra columna. 

Las personas muy jóvenes por una pareja se lanzan por un todo, piensan en el momento y tal vez “esa sea la persona elegida” con él cual casarme, ser más felices que Peña y Gaviota en Chafanovelas con sonrisa de pasta dental; mientras los adultos se vuelven más quisquillosos, buscas que no tenga más defectos que la anterior, con tal cualidad o aquella manera de complementarse, en un dado caso, ver si nos casamos por bienes separados o mancomunados, se lleva bien con la familia y si sobrevivirá a cuando la hormona decida apagarse. 

Así es estimados LGBT, conforme pasen los años, te conviertes en “eso”, un adulto que paga impuestos, que se cansa de las rutinas aunque de lunes a viernes lleve una, más codos, menos creyentes, podría decirse que es el ateo perfecto del amor. 

Tiene sus enormes ventajas, los juguetes son más grandes y tienen motor, ya tienen lugares propios llamados departamentos o casas, buscan trabajos más estables porque papá y mamá se van a cansar de tener que pagar la manutención de un señor o señorita treintón que consume más que ellos, o ya no querrán vivir bajo las reglas paternales. 

¿Qué hace un gay después de los veintitantos? Sonreír, ya no será tan fácil que venga cualquier joven a robarte el trago o la billetera en el antro sin tu consentimiento, cualquier jovencita que te prometa el sol, la luna y las estrellas sólo le responderás “ay, ajá”, creerás poco en lo que dicen los medios, procurarás cuidarte más, pues llegando a los treinta o cuarenta, se acaba la belleza juvenil y comienza la verdadera guerra entre la mente y el autoconocimiento. 

¿A dónde va un gay después de los veintitantos? Al lugar donde él se forje, ya no es cuestión de suerte divina, es la capacidad de trabajar para sí.

Articulo de: Facebook.com/Lenchamania

1 comentario:

  1. Me ha gustado esta publicación, fíjate que recientemente estaba pensando en todo esto que dices entre la diferencia de los pensamientos que tienen los adolescentes y a los adultos jóvenes, es curioso como van cambiando las cosas, y ya como adulto joven no se piensa en tanta tonteria como antes ya no importa tanto en que guapo este la persona o en que tenga el cuerpo lleno de musculos, sino que te fijas más en su forma de vida, su forma de pensar y en muchas cosas más que antes no pensabas, muchas gracias me has dado una lectura muy amena y un tema para reflexionar, saludos.

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